Cuando la creamos dije que esta universidad, como toda empresa humana de importancia es, ante todo, un viaje hacia el futuro que parte de un presente cargado de realidades sociales duras, a las que debíamos enfrentarlas con entereza y capacidad.
Que nacía como un reto en el que, a la vez, debemos formar profesionales altamente capacitados, con un título académico, y preocuparnos por cada estudiante como persona individualizada, como ser único, en un proceso que debe sustentarse en principios y valores que logren la formación integral.
Un reto que se inicia todos los días y que implica un aprendizaje permanente.
Hemos caminado ya una primera parte de uno que queremos sea largo sendero de vida universitaria.
Ahora tenemos que desarrollar las actividades en medio de una profunda crisis global y nacional a la que debemos enfrentarla con solidaridad, sacrificio, seriedad y cumpliendo, cada uno, las tareas específicas que nos corresponden.
Con el esfuerzo de todos vamos a superar esta crisis y aprovecharla para mejorar las condiciones de vida de nuestra sociedad. Y lo vamos a hacer porque nunca perderemos la esperanza y la fe.
Bienvenidos a la casa común, nuestra universidad. Juntos vamos a trabajar, a renovar sueños y a luchar por hacerlos realidad. Los jóvenes nunca dejarán de ser la respuesta válida a la solución de problemáticas sociales porque viven y luchan por un ideal, con pasión, con la certeza de que el ahora debe ser fructífero para que el mañana sea mejor.
Una vida tiene sentido cuando es posible vivirla y recorrerla sin tregua y sin descanso; con ilusión y apasionamiento, pero, sobre todo, sin miedo a equivocarse, porque tal es la mejor manera de aprender. Para los sueños “el camino siempre es mejor que la posada”.
Plutarco Cisneros Andrade,
CANCILLER