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Historia

Nuestros inicios

Éramos un grupo de otavaleños jóvenes y entusiastas, tentados por la ilusión de constituir en nuestra cuidad de Otavalo grupos de trabajo cultural y artístico, pero no acabábamos de encontrar el camino que lo abarcara todo. Entonces, hacia el año 1970-71, llegaron al IOA antropólogos norteamericanos.

Se realizaron trabajos de investigación antropológica en nuestra tierra. La antropología nos deslumbró tanto, que cuando descubrimos el verdadero alcance de las exigencias de la investigación, nos asustamos, pero ya habíamos iniciado y debíamos continuar… Así, hasta hoy.

La aprobación

En el Instituto Otavaleño de Antropología siempre estuvo latente, lo que yo llamaría ‘espíritu universitario’. La Universidad de Otavalo comenzó a tomar cuerpo a partir de 1996, y la concebíamos, ante todo, como un centro de investigadores. Finalmente nuestra Universidad fue aprobada mediante la Ley Nº 2002-96, publicada en el Registro Oficial Nº 731 de 24-12-02, Estatuto aprobado por el Consejo Superior de Universidades y Escuelas Politécnicas (CONESUP) con resolución  Nº RCPSS10-227-04 de  20-05-04.

Cada día más humanos

La UO avanzará en la medida en que fortalezca el ámbito de investigación, conservando, a la vez, el espíritu humanístico; es decir, mientras entienda que lo humanístico no está divorciado de lo técnico, que es la base sin la cual ninguna tecnología tiene sustento.

Nuestros objetivos claros

Nuestro objetivo mayor no es el de procurar logros materiales, sino el de conseguir el mejoramiento de la calidad humana e intelectual de nuestros universitarios; el de la excelencia en el proceso de su formación académica. Será una inmensa alegría comprobar que hemos inculcado en ellos principios como el de luchar por una libertad responsable. Es esta, tarea difícil y profunda, porque, además, no es tangible en el corto plazo, pero es esencial, en la medida de su dificultad. El país sufre tantas decepciones en todo sentido, en lo ciudadano, en lo regional y nacional, que nuestro deber más grande es devolver la fe al país, preparando a los jóvenes para que afronten con ilusión y conocimiento el futuro.